Zumko: el inesperado sabor del cacao

«¿Qué sabor sentiste?», pregunta Sebastián Gutiérrez, uno de los CEO de Zumko, al terminar de degustar la bebida. ¿Lychee, guanábana, algo cítrico? El perfil de sabor es tan amplio e impactante, que según Sebastián le han dicho hasta 10 frutas distintas que los visitantes a la Feria Mejor Colombiano detectan.

Así de inesperado es Zumko, una bebida refrescante de pulpa de cacao, es decir, del mucílago del fruto que se obtiene de cacaoteros del Huila y se procesa en La Plata (Huila), en la finca La Arcadia, del padre de Mateo Torres Vanegas, también CEO de la empresa.

«Lo que hicimos con mi socio (Sebastián) fue encontrar la forma de aprovechar este desperdicio que la industria del chocolate no aprovecha y que el pequeño agricultor deja a un lado», explica Mateo.

A diferencia de otros jugos, su dulzor es totalmente natural sin azúcar añadida, y puede durar en refrigeración hasta dos meses, aunque también si está en ambiente natural, hasta 5 días.

El comienzo

Al pregunta por la idea, Mateo dice sentir algo de nostalgia, pues recuerda las dificultades de trabajar en el campo y saber que el campesino aún no tiene una vida totalmente justa.

«Llega pandemia y me voy a la finca, a trabajar en el campo y me doy cuenta de que es la profesión más desagradecida, e incluso no se conoce como profesión«, cuenta, y tras reconocer el tiempo y esfuerzo que se toma desde la siembra hasta la cosecha empezó a pensar qué hacer con aquello que no se convertía en chocolate.

De allí empezó su idea, y luego llegó Sebastián, «que me dio mucha fuerza y seguimos adelante».

Aunque se han reunido con unos 50 cacaoteros, el escepticismo y la desconfianza en las industrias están por superarse, con buenos resultados, pues para el productor es complejo desprenderse de la forma tradicional de vender el cacao, que es en pepa seca.

«Nosotros lo compramos en baba y lo pagamos inmediatamente con un ingreso adicional entre el 10 al 15% de lo que le pagan en pepa seca», agrega Mateo.

Las metas

El objetivo de estos jóvenes, lógicamente es crecer lo más que puedan, eso sí, con un resultado que debe ser palpable: dignificar la profesión campesino y demostrar que sí se genera un cambio real, a través de los recursos que lleguen al cacaocultor.

«El campesino no confía mucho en la industria y por eso tenemos que tecnificar el campo», enfatiza el joven empresario. Para ello, no es necesario enviar la materia prima para que la transformen terceros, «sino que en mi finca lo puedo hacer, con mis propias manos».

Así, han comenzado este proceso, que promete tener gran éxito gracias a la innovación, «gracias a mis padres y a Mayra Roa (experta en emprendimiento), que nos ha apoyado muchísimo», y gracias a la constancia que les permite lograr una producción de 500 a 600 botellas semanales de 250 mililitros del delicioso e inigualable Zumko.

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